La Ermita de la Virgen de Valme se encuentra en el barrio sevillano de Bellavista, al sur de la capital hispalense y a un salto del termino municipal de Dos Hermanas.
La leyenda nos cuenta que estando las tropas apostadas sitiando Sevilla, la escasez de agua potable se hizo notar. San Fernando imploró a la Señora con estas palabras "Valedme Señora, que si te dignas hacerlo, en este lugar te labraré una capilla, en la que a tus pies depositaré como ofrenda el pendón que a los enemigos de Castilla y a nuestra Fe conquiste". La leyenda entonces añade que mandó al maestre Pelay Pérez Correa a clavar su espada en el suelo y de ella emanó agua al instante para calmar la sed de sus tropas y caballos. En la realidad, a poca distancia de donde se encuentra la Ermita existe un barrio, ya término municipal de Dos Hermanas, llamado Fuente del Rey. En ella existe un manantial subterráneo que forma una pequeña laguna.
En un principio la Ermita debió de ser pequeña y sencilla, casi un oratorio, exclusivamente para albergar a la imagen gótica invocada por San Fernando, que recibió el nombre de Valme, en recuerdo de la súplica del monarca.
Poco después se le fue agregrando nuevas construcciones, que sirvió para albergar al Santero y a los peregrinos que hasta allí llegaban para venerar a la Santísima Virgen, sobre todo en las fechas de su fiesta, que por entonces se celebraba el segundo día de la Pascua de Pentecostés.
A través de los anales de Sevilla recogido por Diego Ortíz de Zúñiga, junto a la Ermita existía la casa y molino de la polvora donde el Rey Santo tuvo sus alojamientos y reales. El día 27 de Octubre de 1667 a las cuatro de la tarde, salió volando dicha casa consecuencia de una explosición, y con ello, la ermita también quedando totalmente en ruinas. En los siguientes años se procedió a su reconstrucción con mayor amplitud a la original.
Durante la primera mitad del S. XVIII se realizan obras de mejoras y ampliación de la Ermita, sufragada por la familia Rivas.
En el año 1800, como consecuencia de la epidemia de la fiebres amarilla, la Virgen de Valme fue trasladada en rogativa a la localidad de Dos Hermanas. La Ermita sufre un periodo de abandono y declive, llegando a la mas absoluta ruina.
La novelista de origen alemán y afincada en Sevilla, Celia Böhl de Faber (conocida con el seudónimo de Fernán Caballero), a través de su novela "La familia de Alvareda", describe el estado de abandono y ruina que se encuentra la Ermita. Esta novela es leída por los Duques de Montpensier, Antonio de Orleans (hijo del Rey de Francia) y María Luisa Fernanda (hermana de la Reina Isabel II) a lo que le unía una amistad con la autora. Mostraron su interés para que se volviera a dar culto a la Virgen en su capilla. Por ello el 30 de Mayo de 1859 y como agradecimiento del nacimiento de su hijo Fernando, nombre en honor al rey Santo, deciden patrocinar las obras de restauración.
El proyecto de restauración fue realizado por Balbino Marrón, arquitecto municipal y amigo de la familia, dando comienzo en Junio y finalizando el 24 de Septiembre del 1859. En el proceso de restauración intervienen artistas del círculo de los Montpensier, tales como los pintores Cabral Bejarano y Juan Lizasoaín y el arquitecto José María Ríos, colaborador de Marrón.
El 9 de Octubre de 1859 la Virgen vuelve desde la Parroquia de Dos Hermanas hasta la Ermita. Ese día fue bendecida por el Cardenal-Arzobispo de Sevilla, monseñor Manuel Luis Tarascón.
Durante los siguientes diez años, la Virgen recibió culto en la Ermita, como así lo dispusieron los duques, sufragando los gastos que ello conllevaba e incluso los gastos de la capellanía, que fue obstentado por el sacerdote José María Ruiz y García
Como consecuencia de los hechos revolucionarios acarecidos en los años 1868, ante el miedo de poder ser destruida de nuevo la ermita, el pueblo de Dos Hermanas decide llevar a la Virgen nuevamente a esta localidad. El traslado se realiza una año después, permaneciendo desde entonces y hasta nuestro días en la capilla Sacramental de la Parroquia de Santa María Magdalena.
El poeta Lamarque de Novoa promueve obras de mejoras en la Ermita e impulsa la recuperación como lugar de culto público. Para ello fomentó el nacimiento y la realización de una romería anual que llevara a la Virgen a la Ermita. La primera Romería de Valme se realizó en 1894.
La Ermita tiene planta de una sola nave, con techumbre de madera a dos aguas y una pequeña sacristía adosada al templo. El estilo es neomudéjar y destaca del exterior el aljímez sobre la puerta de entrada, con dos arcos de herradura que enmarca la vidriera con el escudo de la hermandad.
Una airosa espadaña corona la fachada principal, bajo la que abren, a ambos lados, unas almenas escalonadas.
En el interior destaca su retablo dorado, de estilo rococó, fechado en 1788 y de autor desconocido.
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